viernes, 13 de mayo de 2011

Los impuestos de gasolinas y gasóleos

Actualmente, en la Unión Europea, cada país miembro es libre de poner los impuestos a gasolinas y gasóleos, siempre que se respete el mínimo fijado por Bruselas, que es de 0,33 euros/litro de gasoil y de 0,359 euros/litro de gasolina. Para 2013, el impuesto mínimo del gasoil subirá a 0,359 euros/litro, y para 2018 a 0,412, mientras que el mínimo para la gasolina no se modificará.

Un estudio reciente muestra que los impuestos reales sobre gasolinas y gasóleos para el transporte en realidad han disminuido 0,10 euros/litro desde 1999 en la Unión Europea, si se miden en euros de 2010. Los gráficos siguientes muestran esta evolución en cuatro países, España, Alemania, Italia y Francia. Es curioso el caso de Italia, país en que el gasoil prácticamente no pagaba impuestos a principios de los años 80. De los cuatro países, España es el que tiene unos impuestos más bajos.

Por lo que respecta a los precios, los gráficos siguientes resumen su evolución en estos cuatro países. Se puede ver como, en los cuatro países, ha habido una clara evolución de gasolina a gasoil (la curva promedio evolucione hacia el precio del gasoil, lo que indica que su porcentaje ha aumentado). También podemos ver que el precio es menor en España, lo que hace que nuestro país tenga un consumo de gasolina y de gasoil “turístico”, proveniente de Francia y de Portugal.

La Comisión Europea tiene el proyecto de cambiar completamente los impuestos sobre los combustibles, de manera que no se tase el volumen, sino la energía contenida y las emisiones de CO2. Si esta propuesta se acepta, el gasoil costará en el futuro más que la gasolina, y los biocombustibles serán más económicos que ahora. Los países miembros perderían su capacidad para fijar los impuestos sobre los combustibles. El impuesto sobre la emisión de CO2 sería del mismo orden que el precio del comercio de emisiones de carbono, es decir, de unos 20 euros por tonelada emitida. Este impuesto no se aplicaría a las centrales eléctricas ni a las industrias implicadas en el comercio de emisiones de carbono.

Queda por ver si los países miembros aceptarán la idea de perder competencias sobre estos impuestos.

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